A veces cuando entro en una tienda de ropa para niños  me tengo que restregar los ojos porque no me creo los precios que veo. Y es que tendemos a comparar la ropa de los más pequeños con la de los adultos y pensamos: “si este jersey para mí cuesta 40 euros, ¿cómo es posible que el de mi hijo que mide 1 metro menos que yo valga lo mismo?”. Al final, la ‘cantidad’ de tejido que lleva una prenda no es tan importante en el precio final, existen aspectos más decisivos.

El otro día salí de unas zapaterias infantiles Vigo con una caja de zapatos para mi hijo. Nos costaron 50 euros. Yo tengo algunas zapatillas deportivas más baratas y no me suele gustar gastar más de 60 euros en calzado para mí. Pero el niño, que todavía no sabe caminar, ya gasta casi lo mismo que yo en calzado, aunque es verdad que, de momento, solo tiene dos pares de zapatos, y yo tengo algunos más…

Investigando un poco sobre los zapatos que compramos descubrimos que detrás del diseño de los mismos se encuentran diversas tecnologías. El Instituto de Biomecánica de Valencia colabora con la firma avalando sus diseños. De hecho, una de las tecnologías que aparecen en estos zapatos está patentada. Si nos creemos todo lo que nos dicen sobre este producto llegamos a la conclusión de que el precio de 50 euros (tal y como está el mercado) no es tan elevado.

Tras visitar las zapaterias infantiles Vigo y comprar estos zapatos, decidimos que había que compensar yendo a comprar lo que faltaba a otro tipo de tienda. Actualmente también existen establecimientos que ofrecen ropa para niños a precios mucho más populares. ¿Se nota la diferencia en la calidad? Depende.

Los niños crecen muy rápido y ‘maltratan’ la ropa. Ellos no entienden de ‘ropa de domingo’: si tienen que meterse en un charco lo harán aunque lleven unos pantalones de Prada. Si no queremos gastar más de la cuenta en la ropa del niño hay que tener sentido común, algo que escasea entre los padres, para que nos vamos a engañar…