Cuando empecé a trabajar en mi primer trabajo, casi en lo primero en que pensé fue en que banco domiciliar la nomina, pero tampoco es que me molestase mucho en ello, ya que la domicilié en la cuenta corriente que ya tenía desde que tenía dieciséis años, y me fue de mucho provecho porque si no hubiese guardado mi dinero en el banco no hubiese sido capaz de ahorrar el pellizco que conseguí ahorrar en aquella época. Me motivaba ver como crecía el dinero de mi cuenta para que no parase de pensar en llegar un poco más lejos todavía. Primero comenzó como si se tratase de un juego, pero al final se acabó convirtiendo en una obligación que no podía detener, pero por desgracia todo aquello acabó cuando cerraron al sitio en el que trabajaba. Por lo menos el dinero que conseguí ahorrar me duró por lo menos los tres años siguientes, todo hay que decirlo, tampoco es que tenga vicios caros ni tampoco suelo excederme a la hora de gastar el dinero, suelo ser bastante ahorrador pero sin cortarme de lo que me gusta y en el momento en que lo quiero. Aunque no creo que mucha gente se dedique a ahorrar en su primer trabajo, por norma general los chavales jóvenes tienden a derrochar sus primeros sueldos, porque como nunca hasta ahora habías dispuesto de tanto dinero para ellos, creen que se comen el mundo gastándose lo que han ganado, tardan unos meses en saber cuanto es lo que pueden derrochar y cuanto es lo que deben ahorrar. Aunque esas cosas ya deberían de saberlas antes de su primer trabajo y ser un poco más ahorradores, aunque supongo que eso dependerá de la educación que hayan recibido. Y muchos de esos chavales que ahora empiezan a trabajar en sus primeros empleos nunca les ha faltado de nada por lo que le dan muy poco valor al dinero, solamente se lo dan cuando ya no les queda nada. Menos mal que con el tiempo aprenden a saber lo que vale ganarse el dinero y que no hay que despilfarrarlo de manera compulsiva.