La composicion nutricional del huevo hace de este alimento uno de los más completos. Con alto contenido en proteínas, grasas saludables y pocas calorías, es perfecto para personas que quieren adelgazar y para quienes desean cuidarse. Solo tienen que evitar los huevos aquellos a los que el médico se lo haya recomendado específicamente. En el resto de los casos, se pueden consumir una docena a la semana sin problema.

Pero ¿hay una hora mejor para tomar huevos? En España lo normal es consumirlos a la comida o a la cena. Y, normalmente, cocinados de una forma que no es la mejor para este alimento, ya que nos encantan fritos o en tortilla con patatas. En ambos casos son muy sabrosos, pero entra en juego el aceite y la freidura, que multiplica el número de calorías y también de grasas que se consumen.

Cocidos, al vapor, a la plancha o en revuelto con muy poco aceite, son las formas de consumir huevos más saludables. Y, el desayuno, uno de los mejores momentos para hacerlo. Y vamos a explicar por qué.

Los alimentos con grasa, entendiendo siempre grasas saludables ya que el resto no son recomendables nunca, se deben de tomar temprano, ya que así tenemos todo el día para quemar esa energía que proporciona. Tomarlos por la noche, cuando vamos a acostarnos, puede favorecer que esa energía no consumida acabe convirtiéndose en grasa acumulada.

Su alto contenido en proteínas hace que sean un alimento muy saciante. Por eso, podemos aguantar una larga jornada de trabajo contando con la energía que ofrecen y también con la saciedad que nos dan. Se evita así el tener ganas de picotear algo a las pocas horas. Como además el huevo no es dulce y su preparación es generalmente salada, no nos dará pie a los antojos de dulce cuando baje el pico.

Por último, se pueden cocinar de muchas maneras diferentes: revueltos con algo de verdura o con jamón dulce, a la plancha sobre una tostada de pan integral, cocidos o al vapor. No se recomienda consumirlos crudos porque el cuerpo no asimila las proteínas de la misma manera y su digestión es más difícil y, además, se corre el riesgo de contagiarse de salmonella u otras enfermedades por las posibilidades de transferencia de bacterias de la cáscara al huevo, lo que no ocurre al cocinarlos ya que las bacterias mueren.