La costa pontevedresa acoge una extensa gama de playas y calas que atraen a millones de visitantes al año. Sus cuatrocientos kilómetros de litoral no discriminan; cada viajero encuentra aquí un arenal a su medida, ya sea salvaje, urbano o naturista. Sorprende, por ejemplo, la variedad de playas nudistas en Islas Cíes, Cangas o Vigo, perfectas para darse un chapuzón al natural en el Atlántico lejos de miradas indiscretas.

En Galicia y el resto del país, el nudismo es completamente legal, pero su práctica topa con una dura realidad: la escasez de destinos habilitados. Por fortuna para estos «enemigos» de la ropa y otras barreras sociales, Pontevedra dispone de playas nudistas tan famosas como Barra, en la ría de Aldán; Figueiras, en el archipiélago de las Cíes, o A Fontaíña, en Coruxo (esta última equipada con Bandera Azul y que recibe el sobrenombre de «La Sirenita» por una escultura cercana).

Las playas urbanas, por su parte, gozan de popularidad por su fácil acceso a servicios, establecimientos y actividades sociales. Aunque tienden a masificarse en temporada alta, su ubicación céntrica las hace particularmente convenientes para los turistas. Una muestra de este tipo de arenal es Samil, en la parroquia de Navia, pero pueden citarse otras (Silgar en Sanxenxo, Canelas en Portonovo, etcétera) que permiten disfrutar del baño a dos pasos del centro urbano del municipio en cuestión.

En busca de una experiencia más auténtica y salvaje, una parte de los bañistas prefieren las playas naturales, es decir, alejados de zonas urbanas y, por tanto, más en contacto con la naturaleza. Con frecuencia, son arenales aislados de difícil acceso, como la playa de O Pedrón en Bueu. Otras están resguardadas gracias a una vegetación densa, como la de A Lanzada en O Grove. Son famosas también las playas de Menduiña, Areabrava y Francón.