Últimamente la gente está empezando a acostumbrarse a comer productos considerados ecológicos y creo que esto viene porque la gente cada vez se está cuidando más y quieren ayudar a sus cuerpos con productos más saludables de los que estaban consumiendo. Pero no todo el mundo quiere tomar esa clase de productos. Gente como yo que no es que nos preocupemos demasiado por cuidar nuestros cuerpos, preferimos comer cosas que nos gustan aunque sepamos que no son las convenientes para nosotros, pero hay que decir que sin esas pequeñas cosas que nos hacen felices nunca podríamos ser felices. Además, los productos denominados ecológicos no suelen ser demasiado sabrosos. El otro día en casa de un amigo me ofrecieron unas tostadas con mantequilla ecologica y a decir la verdad no estaba tan mala, es más, estaba bastante buena pero aún así tampoco sé porqué se le llama mantequilla ecológica. Yo creía que era porque se hacía con leche de vacas de pastoreo pero eso es algo que no puedes asegurar al cien por cien cuando la compras. Es más, ahora mismo da igual porque al llegar la navidad llegan los excesos y las comilonas y da igual que comamos productos ecológicos porque todos engordamos en estas fechas. Creo que lo más cerca que voy a estar de algún producto ecológico durante estas navidades va a ser cuando uno de mis amigos del colegio traiga la miel que él mismo produce y me ha utilizado como comercial.

 

En mi barrio hay un par de locales donde venden cosas ecológicas supuestamente para gente vegetariana y vegana y he de decir que el olor que sale de estos locales hace que se me quiten las ganas de comer ninguno de los productos que venden. Me podrán llamar superficial por ello pero es cierto que ese olor me repulsa. Y lo más raro de todo es que suelen tener bastante gente, eso sí que es algo que no puedo comprender, porque lo que huele mal por norma general no suele saber bien.

 

Cuando quiera ponerme en forma empezaré a tomar productos ecológicos, pero hasta que ese momento llegue mejor comeré cosa que me gusten.