Se acerca un invierno complicado, posiblemente el más complicado de las últimas décadas. Con todo cerrado o en vías de ser clausurado y solo permitiéndose actividades esenciales, muchas personas nos dedicamos únicamente a trabajar, ir a la compra y a estar en casa esperando notificaciones y restricciones. No solo es deprimente, sino que es terriblemente aburrido. Pero hay que adaptarse, una de las grandes capacidades del ser humano: y es que si no somos capaces de adaptarnos a una situación así estamos perdidos.
En mi caso, empecé a valorar qué me gustaba hacer y dentro de lo que me gustaba que está permitido. Y decidí que tal vez era el momento de volver a correr y, de paso, ponerme en forma. Tuve que estar un buen rato buscando las zapatillas de correr porque las tenía perdidas en el fondo de un armario. Y seleccioné ropa para correr entre las prendas deportivas que todavía tenía por ahí. Me dije que era una de las pocas maneras que nos quedaban para respirar aire fresco y que además serviría para ver cómo me encontraba físicamente.
Porque también decidí volver a ponerme en plan estricto con la comida. Si vamos a pasar más tiempos medio encerrados lo mejor que puedo hacer es tener todavía más controlados los vicios. Si no se corre el riesgo de descontrolarse teniendo en cuenta que no hay mucho que se pueda hacer. Recuperé una tabla de información nutricional que incluía datos como los nutrientes del pollo y de otros alimentos de forma que puedo llevar un registro de lo que como y no pasarme de determinado umbral.
Y no es que me sienta mal físicamente ni tenga una necesidad perentoria de perder peso. Al final, cuidar la parte física va a ser una forma de entretenimiento como cualquier otra, pero en este caso saludable. Al final, la tabla de nutrientes del pollo y del resto de alimentos y salir a correr dos o tres veces por semana es una manera de no tener que pensar en el asunto que nos tiene a todos ‘demasiado entretenidos’ desde hace meses.