Un día me mandaron a comprar una tira de ojales para cortinas, ya que mi tía estaba arreglando unas cortinas que tenían los ojales un tanto cedidos, pero el problema vino cuando me encontré con unos amigos. A estos amigos no los había visto en bastante tiempo y tampoco me paré a pensar que mi tía necesitaba la tira de ojales para cortinas esa misma tarde. Yo, confiado de mi, me fui a tomar algo con estos amigos y la tarde se complicó bastante y hasta el día siguiente no le pude llevar la tira de ojales para cortinas. Esa clase de complicaciones pasan mucho más a menudo de lo que nos creemos, por eso a mi ya no me sorprenden nada. Siempre que alguien me dice venga vamos a tomar unas cañitas de relax sé que la tarde va a terminar entrada la madrugada. No sé porque la gente no dice la verdad, que digan vamos a tomar unas copas y emborracharnos, de ese modo nadie es engañado y nadie se va a llevar un susto si vuelve a casa a las seis de la mañana después de haber ido a tomar unas cañas por la tarde. Esta clase de situaciones sobre todo me pasa con mis compañeros de clase del colegio, que sabes cuando empiezas pero nunca cuando terminas. Ahora incluso están organizando un viaje al cual ya les he dicho que no me podía permitir pero al parecer eso no les parece suficiente para que no lo haga. Mi opinión al parecer no importa y solo sirve lo que digan ellos. Personalmente no voy a ir así que se pueden poner como quieran, ya que si no me lo puedo permitir por algo será y no me da la gana que ninguno de ellos me quiera pagar el pasaje, por muy buenas que sean sus intenciones. Dentro de unos días he quedado con el que está organizando el viaje para decirle cara a cara los motivos por los que no puedo ir, espero que sea comprensivo y no se ponga pesado porque cuanto más me obligan a intentar hacer algo normalmente menos ganas tengo de hacerlo.