Contratar Seguros de salud es un trámite necesario para quienes desean recibir una atención médica más rápida, flexible y personalizada, sin molestas listas de espera. Determinados errores deben evitarse al seleccionar la póliza que mejor se ajuste a las propias necesidades.
La elección del copago es uno de ellos. Aunque este método de financiación permite abaratar el coste final del seguro, en la práctica demuestra ser un arma de doble filo. Cuando se presenten las emergencias sanitarias, el asegurado deberá asumir un porcentaje del pago de los tratamientos y servicios prestados, lo que puede suponer un ‘pellizco’ inesperado para su billetera.
Equivocar la modalidad del seguro médico es también fuente de disgustos entre los contratantes. Las pólizas de reembolso, por un lado, dan acceso a médicos ajenos a la compañía, cuyo coste en principio corre a cargo del cliente, para después ser reembolsado por la aseguradora. Por otro lado, las pólizas baremadas funcionan de manera similar a los seguros con copago, mientras que en las pólizas sin hospitalización, este servicio no está incluido en las coberturas, razón por la que las cuotas asociadas son más asequibles.
Es importante revisar asimismo el periodo de carencia estipulado en el contrato, pues las coberturas y asistencias más ‘jugosas’ permanecerán inaccesibles a la espera de cumplirse dicho periodo, que seis a doce meses de duración, dependiendo de la compañía aseguradora.
No obstante, la sola presencia de periodos de carencia no supone ningún descrédito para el producto ni la empresa. En realidad, este mecanismo tiene la finalidad de prevenir abusos y malas prácticas por parte de clientes malintencionados.
Si bien la etiqueta del precio no es irrelevante al contratar una póliza de salud, se recomienda no sobredimensionar su importancia. La asequibilidad es una cualidad deseable, no un requisito esencial; de lo contrario, se seleccionarán indistintamente pólizas low cost de dudosa calidad.