Hay familias que tiemblan solo de pensar en que a sus hijos les toca hacer la primera comunión. Y es que estamos hablando de un gran desembolso económico que puede ser excesivo para algunas economías. Como no se trata de quitarle la ilusión a los niños sobre la celebración, podemos pensar en qué cosas suben el precio de la celebración pero son totalmente prescindibles.
Para empezar, la ropa de la primera comunión. Es natural comprar un traje adecuado al niño o niña, pero, ¿es necesario dejarse un dineral en complementos de comunión para niñas o niños tales como diademas, cadenas o rosarios de joyería? No, sin duda son cosas que no son necesarias y que pueden cambiarse por otros accesorios más económicos que rebajen mucho el precio del atuendo. Tanto es así, que en algunos casos se gasta tanto en complementos como en el mismo vestido, cuando no debería de ser necesario que fuera así.
Flores y fotógrafos suponen también un gasto importante en un día tan señalado. Si la comunión se va a celebrar junto a otros niños, lo habitual es que las flores se paguen a medias entre todos. En el caso de que la comunión sea exclusivamente de nuestro hijo o hija, se puede decorar la iglesia de una forma mucho más sencilla tratando de recortar al máximo el gasto en este concepto. En cuanto al fotógrafo, una buena opción es llevar al niño o niña un día cualquiera a una sesión en estudio y que ese día, las fotos las hagan los familiares. De esta manera, el niño tendrá algunas fotos bonitas con su ropa de comunión junto a sus padres y abuelos, pero sin que eso suponga un enorme desembolso.
Algo que aumenta mucho el precio de la celebración es el menú del restaurante y el número de comensales. Aquí caben dos opciones, una es la de recortar al máximo el número de invitados, convirtiéndolo en lo que debería de ser una comunión, una fiesta para niños. Se invitarían pues, solo a los familiares más íntimos y a algunos amigos del niño. Otra opción, cuando es muy complicado recortar la lista de invitados, es hacer una merienda o picoteo, pero sin una celebración excesivamente formal. Se puede avisar de esto en las invitaciones, para que la gente lo tenga en cuenta y sepa exactamente qué esperar de la celebración.