El Parque Nacional de las Islas Atlánticas es una de las mayores joyas geológicas de la Península. Sus rocas graníticas y metamórficas son un testimonio vivo de la meteorización y otros procesos que han moldeado este conjunto isleño, situado entre La Coruña y Pontevedra. En concreto, los orígenes de las Islas Cíes se remontan a fines de la era cenozoica, cuando el desplazamiento de las placas tectónicas produjo el hundimiento parcial del litoral gallego que dio origen a las rías.

Este archipiélago, formado por las islas de Monteagudo, do Faro y San Martín, albergó asentamientos estables a partir de la Edad de Bronce. De esta época provienen los llamados castros, representados en las Cíes por As Hortas, que sería ocupado a posteriori por los romanos.

Al norte de las Cíes se ubica la isla de Ons, originada durante la etapa Devónico y Carbonífero. Sus poblaciones coinciden con el desarrollo de la metalurgia del bronce. En sus dos castros — A Cova da Loba y Castelo dos Mouros— se han hallado vestigios de cerámica y artesanía, y corrieron la misma suerte que los asentamientos de las Cíes, siendo romanizados hacia el siglo primero.

Por su parte, la peculiar orografía de Sálvora es resultado de la erosión y meteorización de las rocas graníticas que la conforman. A diferencia de Cíes y Ons, esta isla de la ría de Arosa permanece al margen de la civilización humana hasta fines del Medievo, cuando el Reino de Galicia la dona a la Iglesia de Santiago y es ocupada, en siglos posteriores, por habitantes de Cabreira.

El sustrato de la isla de Cortegada, también en la ría de Arosa, es de procedencia metamórfica. Los primeros registros datan del siglo primero, cuando Plinio el Viejo la cita como «Corticata». En su territorio no han podido hallarse castros, pero acogió un monasterio durante la Edad Media.