Simple, ecológica y eficaz: la piedra triturada es una solución ornamental con una altísima demanda en jardinería. Sus beneficios incluyen la mejora del bienestar físico, la capacidad de drenaje del terreno o el control de la vegetación, sin mencionar sus cualidades estéticas.

En concreto, esta piedra artificial decorativa a medida se compone de fragmentos de roca de pequeño tamaño, disponibles en colores y acabados diversos. Generalmente, proceden de residuos de construcción y demolición (RCD), por lo que su explotación contribuye al aprovechamiento de materiales de construcción que, de otra forma, se acumularían en perjuicio del medio ambiente.

La gravilla o piedra triturada es apreciada en proyectos de diseño de jardines y patios por su impacto positivo sobre el suelo. La calidad del terreno se ve mejorada con el uso de este sustrato, que actúa de ‘escudo’ protector de las raíces y semillas en crecimiento.

Un manto de piedra triturada necesita pocas atenciones y cuidados en comparación con otras soluciones. Indirectamente, su presencia inhibe el crecimiento de las malas hierbas, al privarlas de sol y nutrientes, lo que simplifica el mantenimiento de jardines.

Por si fuera poco, la piedra triturada se comporta como una barrera de contención de la humedad, disminuyendo la erosión causada por los agentes atmosféricos. Este efecto no supone un problema para el drenaje del terreno. Al contrario, la combinación de tierra y gravilla previene la formación de charcos y potencia la capacidad del suelo para evacuar la humedad sobrante.

Esta piedra artificial se caracteriza asimismo por su polivalencia. Una capa de gravilla es oportuna y decorativa en caminos, parterres, bordes de recintos, etcétera.

Por otra parte, el uso de piedra triturada en senderos aumenta el bienestar de los transeúntes. Varios estudios han demostrado que este tipo de sustrato, al ejercer presión en puntos concretos de la planta del pie, favorece la circulación sanguínea y reduce los niveles de estrés y ansiedad.