Categoría: Viajes

Breve historia de las Islas Atlánticas de Galicia

El Parque Nacional de las Islas Atlánticas es una de las mayores joyas geológicas de la Península. Sus rocas graníticas y metamórficas son un testimonio vivo de la meteorización y otros procesos que han moldeado este conjunto isleño, situado entre La Coruña y Pontevedra. En concreto, los orígenes de las Islas Cíes se remontan a fines de la era cenozoica, cuando el desplazamiento de las placas tectónicas produjo el hundimiento parcial del litoral gallego que dio origen a las rías.

Este archipiélago, formado por las islas de Monteagudo, do Faro y San Martín, albergó asentamientos estables a partir de la Edad de Bronce. De esta época provienen los llamados castros, representados en las Cíes por As Hortas, que sería ocupado a posteriori por los romanos.

Al norte de las Cíes se ubica la isla de Ons, originada durante la etapa Devónico y Carbonífero. Sus poblaciones coinciden con el desarrollo de la metalurgia del bronce. En sus dos castros — A Cova da Loba y Castelo dos Mouros— se han hallado vestigios de cerámica y artesanía, y corrieron la misma suerte que los asentamientos de las Cíes, siendo romanizados hacia el siglo primero.

Por su parte, la peculiar orografía de Sálvora es resultado de la erosión y meteorización de las rocas graníticas que la conforman. A diferencia de Cíes y Ons, esta isla de la ría de Arosa permanece al margen de la civilización humana hasta fines del Medievo, cuando el Reino de Galicia la dona a la Iglesia de Santiago y es ocupada, en siglos posteriores, por habitantes de Cabreira.

El sustrato de la isla de Cortegada, también en la ría de Arosa, es de procedencia metamórfica. Los primeros registros datan del siglo primero, cuando Plinio el Viejo la cita como «Corticata». En su territorio no han podido hallarse castros, pero acogió un monasterio durante la Edad Media.

¿Qué isla es esa que veo de frente?

Muchas personas que acuden a veranear a las Rías Baixas y están en lugares como Bueu, hacen esta pregunta al ver una bonita isla al frente, que parece bastante cercana a la costa y que llama su atención. Se trata, claro está, de la isla de Ons. En seguida alguien aclara qué isla es y les cuenta alguna cosa sobre la misma, lo que lleva a la siguiente pregunta: cómo ir a Ons.

Lo primero que tienes que saber es que Ons es un espacio protegido y no puedes ir sin más ya que el número de plazas diarias está limitado. Por tanto, tendrás que tener un poco de paciencia y visitar la Web de la Xunta para ver cuándo es la fecha con plazas libres más cercana. Una vez que te has apuntado ya puedes comprar tu billete de barco para ir a la isla.

¿Te ha sorprendido lo del barco? No debería porque si te has fijado, Ons no tiene unión con la tierra. Por tanto, es la única isla habitada de Galicia a la que solo es posible ir en barco. Y esto es parte de su encanto ya que gracias a esto no está masificada y no hay muchas personas viviendo allí durante todo el año, lo que acabaría repercutiendo en su flora y fauna. Lo cierto es que cada vez son menos los habitantes de la isla, algo que no es sorprendente cuando pensamos que, durante los temporales de invierno, cuando no se puede navegar, queda aislada por completo. Incluso la luz o el Internet pueden fallar durante horas.

Pero en verano, solo verás la cara buena de Ons, la que acoge a los turistas que acuden a conocer la isla y disfrutan con las comidas en sus restaurantes y con sus paseos por las rutas de senderismo que cruzan la isla. Por supuesto, también son muchos los que van para pasar un bonito día en sus playas, de gran belleza. A diferencia de Cíes no hay una gran playa que sea la que atrae a todo el mundo, sino que hay numerosas playas pequeñas y calas en las que se reparte la gente de una manera más tranquila e íntima.

Ahora que sabes qué isla es esa que estás viendo de frente, ¿no te han quedado ganas de visitarla? Por cierto, hay un camping y también apartamentos para alquilar si un día no te parece suficiente.

De viaje en Boiro: ¿qué ver y qué hacer en este destino de las Rías Baixas?

Las rías gallegas tienen un creciente peso turístico por su patrimonio cultural, una gastronomía diversa y sus mil quinientos kilómetros de costa jalonada por setecientas playas. En particular, cada vez más viajeros optan por visitar sur de las Rías Baixas. De todos sus municipios, el de Boiro cautiva especialmente a sus visitantes.

Esta localidad marinera bordea en su parte meridional el mar de Arousa y posee numerosos destinos de sol y playa. Sus costas son tranquilas, están bien equipadas y mejor guarecidas del viento y el oleaje. Estas características explican la afluencia de visitantes a Barraña, un arenal urbano que se extiende desde la vecina playa de Rebordelo hasta el estuario del río de Boiro (Coroño).

Por su parte, la playa de A Retorta se distingue por sus arenas doradas, un ambiente familiar y la panorámica de la ría de Arousa, que cada año se convierte en protagonista de selfies y fotografías.

Situada en la sierra coruñesa del Barbanza, Boiro también es famosa por su patrimonio arqueológico. A solo dos kilómetros se ubica el Centro Arqueológico do Barbanza, perteneciente a la red museística de Galicia. A su paso por Boiro, los viajeros no deben abandonar el municipio sin explorar los petroglifos y castros como los de Neixón.

Estos yacimientos arqueológicos son una muestra interesante de la Edad del Hierro y del Bronce y del pasado remoto de los primeros pobladores de la región. Estas ruinas castreñas, de planta circular y fines probablemente defensivos, pueden visitarse con guías locales.

La naturaleza de Boiro sobresale asimismo por sus fervenzas o cascadas, a destacar la de Cadarnoxo, en la aldea de Cadarnoxo, y las de Enseño y Pozo Blanco, en los alrededores del municipio. Estas cascadas se ubica en entornos de gran belleza donde el senderismo y otras actividades al aire libre se disfrutan con intensidad.

De castreños y romanos: la prehistoria de la Isla de Ons

La Isla de Ons, perteneciente al Parque Nacional de las Islas Atlánticas, es un destino popular entre los turistas, pero muchos desconocen que detrás de su imagen de paraíso atlántico se esconde un tesoro cultural: las ruinas de época castreña y romana que salpican su territorio. Para entender la evolución Isla de Ons, es necesario rastrear sus primeros asentamientos humanos.

La cultura castreña proliferó durante la Edad de Bronce en las provincias del noroeste español, concretamente en Asturias, León, Zamora, Galicia y el norte de Portugal. Sus construcciones, denominadas castros, son esencialmente fortificaciones que prosperaron hacia el tres mil antes de Cristo y cuyas ruinas han sobrevivido hasta la época actual.

En la parte occidental de la isla, Canexol acoge un castro circular bautizado como Castelo dos Mouros, que permanece sin excavar, pese a lo cual sus cimientos son visibles y pueden explorarse sin más autorización que la requerida para visitar Ons. La interpretación de los vestigios sugieren la existencia de un triple foso y otras estructuras en el castro.

En el extremo septentrional de Ons encuentra su sitio A Cova da Loba, un castro de menor tamaño. Las prospecciones arqueológicas solo han hallado cerámicas, concheiros y petroglifos, estos últimos de reciente descubrimiento. A la espera de nuevos hallazgos, los asentamientos de Castelo dos Mouros y A Cova da Loba no aportan más información sobre la cultura castreña.

Con posterioridad, los romanos se establecieron en la isla a partir del siglo primero después de Cristo. De su paso por Ons dan testimonio las ruinas de dos salazones que operaron en la playa de Canexol. Las prospecciones han relevado la existencia de una vivienda, en cuyos interior se hallaron más de doscientas monedas de bronce, acuñadas hacia el siglo tercero.

La presencia romana en la Isla de Ons acredita en parte la crónica del triunfo de Julio César sobre los Herminios, pueblo lusitano que se refugió en estas costas y a los que el pontífice máximo venció no «por las armas», sino «por el asedio y el hambre», citando al historiador Álvarez Blázquez.

UN SITIO SIN TIEMPO

El otro día me preguntaron si sabía algo de informacion isla de ons, y toda la información que podía dar era la que había aprendido con las veces que había ido hasta allí de camping con mi grupo de amigos. Nosotros siempre que íbamos nos informábamos lo justo, aunque también hay que decir que en esa época internet todavía no era tan accesible ni rápido como lo es en la actualidad. A nosotros solo nos importaba saber cómo íbamos a llegar hasta Bueu que era donde siempre cogíamos el barco hasta la islas de ons. Nosotros debíamos de ser unos raritos porque había dos opciones de barco para ir hasta las isla, un barco grande nuevo que era bastante rápido y otro que era un antiguo barco pesquero reformado que era muy lento, pues a nosotros nos gustaba montar en el barco viejo y lento porque no te ponían pegas ni para beber alcohol ni para poder fumar que era lo que a nosotros más nos importaba en ese momento de nuestras vidas. Nos importaba poco llegar antes o después. Una vez habíamos llegado solamente teníamos una regla, teléfonos móviles apagados y todos sin los relojes puestos, de ese modo era todo mucho más libre todo, podías hacer lo que quisieras a la hora que te diese la gana y eso era genial. He recorrido la isla de un lado a otro muchas veces y el mayor consejo que puedo dar a quien nunca ha estado allí es que lleve una sombrilla para cubrirse del sol, ya que en gran parte de la isla no hay sombra donde protegerse. No voy hasta allí desde hace unos veinte años pero creo que lo único que ha cambiado es el camping, que antiguamente era gratuito y hoy en día lo han convertido en todo lo contrario a lo que era antaño, han hecho un glamping lo que a mi forma de verlo es es acomodar el camping para quienes no les gusta ir de camping de verdad.

Sea como sea allí pasé parte de mis mejores veranos acompañado de mis amigos.

Funciona con WordPress & Tema de Anders Norén